Durante miles de años, reyes, reinas, gobernadores y generales han necesitado una comunicación eficiente para gobernar sus países y organizar sus ejércitos. Al mismo tiempo, todos han sido conscientes de las consecuencias que se producirían si sus mensajes cayeran en manos equivocadas, revelando secretos a naciones rivales y divulgando información vital a las fuerzas contrarias. Esta amenaza de que el enemigo interceptara los mensajes motivó el desarrollo de códigos, cifras y técnicas para disfrazar un mensaje de forma que sólo fuera comprendido por el receptor. Asimismo, las naciones han puesto en funcionamiento dependencias encargadas de crear códigos sobre los que recae la responsabilidad de la seguridad de las comunicaciones mediante la invención y la puesta en práctica de las mejores encriptaciones posibles. Por otra parte, los descifradores de códigos enemigos han tratado descubrir estos códigos. Así pues, un mensaje encriptado se enfrenta constantemente al ataque por parte de los criptoanalistas. Hablamos por tanto de evolución, ya que cuando un código se ha descubierto, este deja de ser útil, y se extingue o se convierte en uno más potente.
Tal y como se ha comentado anteriormente, la criptografía es una disciplina antigua, tan antigua como la necesidad de comunicarse. Sin embargo no es el único método posible de transmitir información en secreto. Al fin y al cabo, todo texto debe tener un apoyo, y si conseguimos hacer este apoyo invisible para todos excepto para el destinatario, habremos cumplido nuestro objetivo. Esta técnica llamada esteganografía, derivada de las palabras griegas steganos, que significa encubierto, y graphein, que significa escribir, tiene por objetivo la comunicación secreta lograda mediante la ocultación de la existencia de un mensaje.
Para describir la evolución de la escritura secreta hay que remitirse hasta la Grecia Clásica. Ya entonces, las guerras entre países vecinos, las ocupaciones territoriales, y por tanto las estrategias militares estaban a la orden del día entre la clase política y militar. De hecho, la historia de Grecia seguramente no sería la misma sin la esteganografía. Durante este período encontramos dos buenos ejemplos de comunicación basada en esta técnica.
Uno de ellos salvó a Grecia de la invasión que los Persas habían planeado. Todo fue inventado por un exiliado griego, que escribió el mensaje en una tableta de madera recubierta después de cera. Cuando esta tableta llegó a las manos de los griegos y después de que éstos descubrieran el mensaje retirando la cera, pudieron prepararse para la invasión que pensaban hacer los Persas. Los Persas, que esperaban ganar la batalla gracias al factor sorpresa, acabaron perdiendo a consecuencia de un mensaje que viajó escondido desde tierras persas hasta Grecia. Otra vez, la escritura secreta, determinaba el resultado de una batalla.
Otro ejemplo lo encontramos en la China antigua, donde se escribían mensajes sobre un trozo de tela de seda fina, que entonces se arrugaba hasta formar una pelotita diminuta y se recubría de cera. Entonces, el mensajero se la tragaba, y la transportaba hasta el receptor.
Otro recurso estenográfico que ha sobrevivido al paso de los siglos es el de la tinta invisible en todas sus formas. Los materiales empleados para tal fin, como el zumo de limón, la sabia de algunas plantas o incluso la orina, suelen tener origen orgánico, dado su alto contenido natural en carbono. En el caso de la tinta de limón, el mensaje escrito con esta sustancia pasa por inadvertido a los ojos de cualquiera. Se hace visible cuando aumentamos la temperatura, por ejemplo mediante el calor de una vela.